Quiero compartir diez aspectos que he aprendido de los procesos de acompañamiento con mis coachees o clientes en dos años en ejercicio de la profesión del coaching, sumado a mi experiencia de 29 años liderando equipos en el mundo corporativo.
1. Todos somos iguales. La cercanía con mis clientes me ha enseñado a estar más consciente de lo que aprendí al formarme como coach, es decir, que todos tenemos creencias que nos limitan, y de las que no nos damos ni cuenta, tan impregnadas como el ADN en la biología y las creencias en la conducta. He palpado que las barreras y los estorbos se remueven y se hace más fácil cuando tenemos delante un espejo que deja que nos veamos tal como somos; es el espejo de ese otro ser humano, sin superioridad, a mi mismo nivel y con un sincero deseo de servir, sin juicios y sin interpretaciones, solicitando permiso al cliente para el cuestionamiento y deseo genuino de verse verdaderamente tal cual es.
2. Podemos derribar barreras. Tenemos capacidades para descubrir nuestro potencial y ver los límites que nos detienen salir de las barricadas y saltar esas barreras que a veces colocamos, es así como, una querida coachee con emoción expresó el día en que se dio cuenta que saltó: “Yo valgo más de lo que está en mi cabeza”.
Fue el momento en que se dio cuenta que sus creencias no estaban sustentadas por evidencias y que ella sí poseía los argumentos y conocimientos para poder sostener sus ideas, sus opiniones con fundamento y claridad ante sus jefes.
Cuántas veces no estamos conscientes de que tenemos los fundamentos o recursos y nos quedamos reprimidos o reprimidas en creencias que son barricadas aparentes sin salida.
3. Tenemos cosas valiosas que no nos damos cuenta. Todos tenemos recursos propios, capacidades que no somos conscientes de que poseemos, habilidades particulares que nos potencian y que a veces dejamos adormecer, es como tener un billete en el bolsillo sin conocer su verdadero valor, nos quedamos en la quietud del no saber y de un pre concepto que espera algo que llegue solo, sin hacernos cargo. No los activamos para ponerlo a nuestro servicio. Es como ese billete que tenías en el bolsillo y te alegra encontrar.
Es maravilloso darte cuenta que tienes algo valioso que antes pensabas que no tenías, sentirlo en nuestra propia piel, abrazarlo y abrirte a la posibilidad de ser reconocida o reconocido por ello. Cuando despertamos a esa consciencia, se vuelve un motor propulsor, un carburante que contrarresta las otras áreas donde no nos sentimos fuertes.
Ese es el caso de una coachee, que descubrió que su capacidad de planificar le servía para ganar confianza en la conversación que necesitaba tener con su jefe y que esta capacidad le permitía contrarrestar cualquier otro obstáculo en el camino, ya que detallaría un plan claro con metas y resultados esperados de la reunión.
4. El brillo de un espejito se ve a kilómetros. Tenemos explosiones de luz suprema, y ese rayo brillante tiene la capacidad de expandirse hasta alcanzar lugares inimaginables y ser visto por personas que no alcanzamos nosotros a ver, porque el brillo nos precede.
Ese brillo interno que se ve a distancia, es el que noté vívidamente cuando mi coachee se dio cuenta de su pasión, de su propósito a largo plazo, cuando sus ojos se iluminaron con un brillo especial porque este reunía los aspectos que le daban sentido a su vida. Reconocer su propósito le permite agradecer el trabajo que tiene actualmente, caminar al futuro con ilusión y con una visión de que puede materializarlo y dar pasos concretos.
5. La valentía está en nuestro interior. La leona que hay en mí se despertó” fueron las palabras que verbalizó mi coachee cuando se dio cuenta de la ruta de carrera que deseaba seguir en su vida laboral, la tuvo clara; no se había dado cuenta antes que ese era el camino que le proporcionaba ese motor en su vida para ir por lo que quería.
Reconocer nuestra fuerza resuena como el potente rugido de nuestra leona o león interno, que ha despertado en nuestro interior y va a la caza de lo que quiere, incluso más rápido de lo que podemos imaginar.
6. La vida no sucede en línea recta. Abracemos los altos y bajos de la vida para sentirnos ricos e impulsarnos hacia nuevas experiencias. “La vida no es una recta, hay que vivirla de verdad”, esta reflexión es un candil que se enciende cuando la reconocemos propia.
La expresión de mi coachee “he vivido en piloto automático” y darse cuenta de que verdaderamente vivir es tener altos y bajos para aprender de manera continua, le cambió su perspectiva.
7. Tienes derecho y capacidad para elegir. He aprendido a darle poder a mi derecho y capacidad de elegir, haciendo mías estas palabras de un coachee o cliente: “Yo tengo la capacidad de despejar las nubes grises de mi cabeza, para ver el sol del tamaño que quiero verlo”.
De mis coachees he aprendido que todos somos similares; y a la vez únicos/as e irrepetibles.
Si te has identificado con algún aspecto de este artículo, si te pusiste reflexiva o reflexivo, vale la pena detenerse, hacer una pausa y tomar perspectiva de tu vida. He buscado compartirles experiencias de todo ese potencial humano y profesional que al conversar en coaching he descubierto.
Todos podemos generar un efecto multiplicador al encontrarnos con nuestra mejor versión y provocar la mejor versión de otros desde el ser y el hacer. Vamos a reafirmar nuestros pasos, con esa fuerza que nace de nuestro interior y así lograremos expandirla hacia el mundo.
¡Todos estamos llamados a contribuir en GRANDE!
8. Está bien hacer pausa. He aprendido lo valioso y productivo que es hacer pausa. En este mundo acelerado, tensionado y lleno de presiones. Les comparto esta reflexión de una coachee que se identifica como super exigente y perfeccionista, enfocada en el HACER y que luego de su proceso, indicó que llegó a la siguiente claridad: “Me he dado cuenta que la PERMANENTE ACCIÓN no es necesariamente siempre la SOLUCIÓN”. Sintonizar con la pausa es “dejar de hacer cosas, para fluir y disfrutar de este momento ¡permitiendo también a otros ser!”. Valoro inmensamente este aprendizaje en su proceso y en mi vida.
9. Cuídate como cuidas a quien amas. Valoremos el autocuidado para con nosotros mismos, démosle espacio a la reflexión de ¿cómo nos hablamos?, ¿cómo nos tratamos?; esa mirada sistémica de nuestro entorno. Mi coachee se dio cuenta de que, para tratar generosamente a otros, tenía que empezar consigo mismo y mejorar su trato.
10. Tus valores son superpoderes. Recibí este aprendizaje de una cliente que dijo: “Recurrir a mis valores ¡sin duda es una súper fuerza motora!” entonces es momento de reflexionar, ¿Cuáles son los valores más importantes en tu vida y cuán presentes están cada día?, ¿Te has puesto a pensar en ellos?, ¿Has reflexionado acerca de cuándo se activan?, ¿Cuándo te dejas impulsar por tus superpoderes?, ¿Cuál es la claridad y satisfacción que te regalan?.